Más de medio siglo de historia y tradición se viven bajo los muros de la Cooperativa Textil Artesanal de La Piedad de Cabadas, ubicada en el número 71 de la calle Emiliano Zapata, en la colonia 3 estrellas, donde la elaboración del rebozo artesanal enmarca las raíces de este poblado al noroccidente michoacano.
Se trata, de la única entidad comercial que fabrica esta prenda desde un proceso artesanal, ofreciendo un destino turístico al visitar La Piedad y manteniendo además, la tradición que a mediados del siglo XX diera identidad a esta ciudad.
Fernando Tejeda, historiador piedadense y director del Museo Municipal, relató que en entre los años cuarenta y cincuenta, La Piedad se caracterizó por la amplia productividad de rebozos que, en aquella época se trabajaba bajo un proceso artesanal que ahora solo mantiene la Cooperativa antes señalada.
Por su parte, José Armando Armendáriz Torres, miembro fundador de la textilera artesanal, confirmó que en efecto, en esos años la producción era tan grande que cientos de personas vivían de la elaboración de esta prenda.
La fabricación del rebozo cobró tal importancia que el primer equipo de futbol que ingresará al balompié profesional en 1951, fuera bautizado como Reboceros de La Piedad –nombre que permaneció- en honor a la producción rebocera. Lo anterior, lo relató Ramón “Pini” Ibarra, jugador de ese conjunto que logrará el ascenso en su año inicial. De hecho, en la base del escudo del Club, luce un rebozo con la leyenda Reboceros.
Añadió Armendáriz Torres, que el transcurrir de los años los empresarios de este producto optaron por actualizar el proceso de maquinación actualizando sus talleres con nueva maquinaria que sintetizaba los pasos para el terminado del rebozo.
52 años de historia
La historia de la Cooperativa Textil Artesanal de La Piedad de Cabadas comienza en 1963; 42 hombres inconformes del trato en el sindicato único de reboceros, optaron por una nueva oportunidad de llevar sustento a sus hogares y, apoyados por el sacerdote Sergio Pérez Flores, crean lo que actualmente es, la última cooperativa que elabora prenda que sobrevive en La Piedad.
“Todo empezó en 1958 con el sindicato único de reboceros, que luchábamos por tener un contrato colectivo de trabajo y lo logramos pero lo vieron mal la unión patronal, generando bastante problemas, ya que la baja venta de rebozos y el hecho de solo querernos dar tres de días de trabajo, ocasionaron que nosotros viéramos alternativas y así, nació el creer la cooperativa”, explicó José Armendáriz.
Visitar este taller cede la oportunidad de conocer el proceso que demora en estar listo el rebozo para llegar a embellecer la figura femenina.
“El proceso de un rebozo de cero a terminado lleva de un mes a mes y medio. Pasa por ocho o nueve manos diferentes, comenzando la elaboración por el urdido, teñido, amarrado, desatado, tejido, empuntado y planchado”, explicó Vicente Madrigal Tafolla, presidente de la sociedad.
Existen procesos que demoran días para completarlo. “Algunos procesos requieren más de un día, por ejemplo el amarrado, el cual se tarda alrededor de ocho a quince días pero a su vez salen como cuarenta piezas”, puntualizó.
Su producción actual supera los 150 reboceros por semana y su principal mercado radica en el extranjero, pues su lugar de origen comienza a olvidar sus raíces, indicó Madrigal Tafolla.
Puertas abiertas
“Este taller es parte del turismo local, porque aquí guardamos la magia de nuestras tradiciones, aquí aun manejamos todo el proceso artesanal que nos llevamos a la creación de rebozo. Quien quiera venir es bienvenido, de hecho eso es un gran honor para nosotros”, manifestó José Armando Armendáriz.
Por ello, la cooperativa permanece abierta al público en general de lunes a viernes en horario corrido de 9:00 a 17:00 horas, permitiendo el acceso al público en general y ofreciendo un recorrido por los interiores del taller.
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