
Tomar la decisión de qué carrera estudiar o a qué dedicarse, es una de las más importantes y al mismo tiempo más difíciles, pues justamente se “debe” tomar cuando menos experiencia se tiene. Al terminar el bachillerato aún no han concluido los cambios propios de la adolescencia, así que hay todo un torrente de confusiones al momento de escuchar y elegir la vocación. Es bastante común que el chico se sienta influenciado por el deseo de los padres y lo que éstos esperan de él; el juego de las expectativas resulta sumamente importante ya que en algunos casos pueden manipular el deseo de los hijos haciendo que renuncien a lo que de verdad quieren dedicarse. Siempre resulta interesante lo que un papá y una mamá espera que estudié su hijo, ya que son perspectivas diferentes sin embargo algo que prevalece es la gran dificultad de los padres para escuchar los intereses vocacionales que posee, olvidan que él es quien debe tomar la decisión pues será a lo que se va a dedicar el resto de su vida por eso es que debe ser muy bien pensado.
Elegir una carrera parece un trabajo mental sencillo, pero resulta ser todo lo contrario, ya que se requiere de un gran autoconocimiento, de las cualidades y las debilidades, los intereses y las aptitudes, además de ubicar los alcances y recursos con los que se cuenta, es decir, qué universidad, de qué ciudad, dónde podría vivir, etc. Es necesario que mientras ocurre este proceso el chico tenga una buena comunicación con sus padres, ya que finalmente son éstos quienes van a proporcionar todo tipo de apoyo al futuro universitario. Si hay un conocimiento pobre de si mismo hay grandes posibilidades de que se fracase al elegir la carrera, por eso es que se requiere ante estas circunstancias una orientación vocacional que permita al candidato conocer distintos aspectos que influyen y deben tomarse en cuenta al elegir la profesión. Una situación que ocurre a menudo es que inician los ciclos universitarios y al pasar un par de meses el joven quien se siente con una gran responsabilidad sobre sí mismo tiene miedo de enfrentarse a su nuevo rol y a su situación donde los padres ya no estarán a la mano para resolverle sus problemas, ante esta situación a lo que recurren la mayoría de las veces es a regresarse al hogar donde se sienten protegidos y atendidos como estaban acostumbrados, este es otro factor de mal pronóstico para su elección vocacional.
Es esencial que la persona que esté investigando sobre su vocación esté mentalizada para aprender a sortear distintas situaciones a las que se verá enfrentada y en la que no estarán sus padres para resolver. Se debe contar un buen nivel de autoestima para lograr lo que se propone independientemente de los obstáculos. Debe aprender a organizarse y administrarse en todos los sentidos, ya que al no hacerlo se dará cuenta de que hay una alteración en su manera de funcionar, lo que conducirá a que se vea reflejado en el bajo rendimiento escolar. Entre muchas cosas el joven debe meditar sobre sus intereses ya que esto permitirá mostrarse con más seguridad y mayor compromiso al estudiar la carrera que eligió y prepararse con mucha determinación ya que al concluir sus estudios podrá darse cuenta de una realidad, la dificultad para conseguir empleo se mostrará como una fuerte confrontación de la cual si es tenaz saldrá adelante. La decisión vocacional no es un asunto fácil, pero si se cuenta con apoyo familiar y social será una transición más llevadera.
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