
Con frecuencia escuchamos a muchas personas hablar sobre su gran dificultad para tomar decisiones, incluso las más simples y que están relacionadas con la vida cotidiana. Las preocupaciones y temores constantes los paralizan y dificultan la toma de decisión sobre alguna situación. La tensión acumulada después de un tiempo parece que se transforma en ansiedad, ésta se dirige hacia personas o algunas acciones o situaciones en particular, esto es variable en cada persona. La inestabilidad y/o desequilibrio emocional que viven algunas personas son producidas por cosas que no representarían para nosotros algo realmente complicado, como podría ser: salir a cenar con amigos, preparar la comida, recibir la visita de un familiar, que su jefe inmediato le pida un favor, etc. Para quienes no conocen sobre estas conductas que son síntomas de padecimientos emocionales les cuesta trabajo comprender las reacciones de quienes sufren ansiedad, sin embargo actualmente se ha proporcionado cada vez más información sobre las emociones y manejo de éstas.
Es normal sentirse ansioso ante alguna situación amenazante, nuestro cuerpo reacciona de manera instantánea según la situación a la que nos enfrentamos, si por ejemplo vamos caminando y vamos a dar la vuelta en la esquina y nos percatamos la presencia de un perro y que además nos ladra, nuestro cuerpo inevitablemente va a presentar ciertos signos de nerviosismo como que se eriza la piel o el corazón se acelera. El problema comienza cuando percibimos como amenazantes varias situaciones de la vida cotidiana relacionadas con el trabajo, la familia o cualquier otro aspecto importante para nosotros. El cerebro desencadena la respuesta de ansiedad sin ser necesario, lógicamente ese sobre estímulo constante termina por dispararse por sí mismo cuando se requiere; una vez que causa deterioro en varios aspectos de su vida hablaríamos de trastorno de ansiedad.
La primera explicación respecto a este tema es el problema del estrés, cuando fuertes cargas emocionales generan un estado de alerta constante, la tensión aumenta y produce efectos de ansiedad; si una persona es incapaz de relajarse por sí misma, comienza a alterar en tarea normal de su sistema nervioso. El uso y abuso de alcohol, cafeína, nicotina y el consumo de drogas favorece a la pérdida de la tranquilidad, al provocar problemas en los neurotransmisores, que relajan o excitan al sistema nervioso, lo cual rompe con su acción normal.
Cualquier actividad que haga que se exceda en esfuerzo tanto física como emocionalmente traerá severas consecuencias a corto, mediano y largo plazo. A veces el deterioro es muy evidente, otras veces, es imperceptible, por ello muchas ocasiones no es tan fácil detectar qué es lo que nos sucede. Es sumamente importante conocernos, saber cómo funciona nuestro cuerpo y nuestra mente, de tal manera que nos permita identificar cambios en nosotros, para solicitar ayuda y atención de acuerdo a la circunstancia. La gran mayoría de las personas acuden en primer lugar con el médico de cabecera, quienes derivan a un psicólogo para tratar el padecimiento del paciente en conjunto con la medicación; esto estará determinado de acuerdo a los síntomas presentados y a la singularidad de quien padece ansiedad.
Psic. Myriam Maritza Montes Méndez
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